RADIOGRAFÍA HUMANA: ROSTROS SIN NOMBRE

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Carlos Manuel Ledezma Valdez – Escritor & Divulgador Histórico

Cuentan las crónicas del año 1776 que, por la Real Orden del 10 de noviembre, el rey Carlos III ordenaba la realización de censos en las colonias españolas. El virrey Juan Vicente Güemes Pacheco de Padilla, Gobernador de Nueva España, ordenó la realización, del censo de población y vivienda que demandó tan sólo para el levantamiento, cerca de dos años. De tan monumental esfuerzo, los datos obtenidos fueron conocidos recién hasta 1793 y sin dar tiempo a que seque la tinta con los resultados parciales registrados en el papiro, tocaba iniciar el recuento y validez de los resultados debido a una enfermedad que había acabado con la vida de miles de personas.

Para Davis Kingaley, de la Universidad de Princeton, no fue hasta la Revolución Industrial que la población mundial comenzó a experimentar un verdadero crecimiento. Hasta entonces, el crecimiento demográfico había sido lento, estacionario, por lo que a partir de que son introducidos nuevos procesos tecnológicos, comienzan a registrarse cambios cuantitativos de consideración en la población de todo el planeta. Para 1650 la población mundial era alrededor de 545 millones, llegando en la actualidad a superar los 8.000 millones de personas.

Entre el siglo XVIII y comienzos del XIX, la población en las colonias era apreciablemente escasa, fue durante este periodo de tiempo que, gracias al incremento del comercio, la actividad militar y el fuerte flujo de migrantes, que la población urbana se fue multiplicando aceleradamente, experimentando en dos siglos de transformación un crecimiento demográfico espectacular.

«Los datos relacionados a la edad y el sexo, resultaban fundamentales para la evaluación de las derivaciones numéricas, así mismo, los resultados que se habían obtenido eran clave para que los países desarrollen planes y políticas tanto públicas como privadas».

Durante las experiencias censales realizadas durante el siglo XX, se han visto alternar éxitos y fracasos. La evolución de la tecnología facilitó ampliamente la labor, así como la globalización de la economía, la consolidación de diferentes organismos multilaterales, haciendo frente a objetivos comunes expresadas en distintos encuentros mundiales, son elementos que vale la pena considerar al momento de analizar el pensamiento, el comportamiento y los cambios experimentados en las diversas sociedades de los países de la región sudamericana.

Durante el último cuarto del siglo XX, la preparación de los censos de cara a planificar el nuevo siglo, se había visto seriamente comprometido debido a la magra situación económica que afectaba a buena parte de los países sudamericanos, los cuales, habían sufrido una fuerte recesión debido al incremento en el déficit fiscal, aspecto que se tendría repercusiones en el ejercicio estadístico que se gestaba en aquellos momentos. Para hacerlos efectivos, varios países pidieron asistencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Los datos relacionados a la edad y el sexo, resultaban fundamentales para la evaluación de las derivaciones numéricas, así mismo, los resultados que se habían obtenido eran clave para que los países desarrollen planes y políticas tanto públicas como privadas. Varios aspectos fueron tomados en cuenta para: los servicios en salud, temas de género y generacional, municipalidades, instalación de industrias y atención de los servicios esenciales para mejorar la calidad de vida de la población.

De los datos obtenidos por un censo, se desprende el marco o universo para la elaboración de muestras representativas que permiten investigar a profundidad, sea mediante encuestas, temas relacionados a vivienda, hogares, haciendo un trabajo deductivo puesto que un censo no otorga todas las respuestas necesarias. Un limitado número de preguntas sencillas, son la fuente primaria más importante para la ampliación de información estadística.

La evaluación de los resultados de los censos de población debe posibilitar conocer la calidad de los datos recogidos durante el proceso censal, de acuerdo a la recomendación que hace Naciones unidas para el efecto: “en la publicación de los resultados definitivos del censo debe indicarse en detalle los métodos empleados para evaluar la medida en que los datos son completos… siempre que sea posible, convendrá estimar la calidad de las informaciones recogidas sobre ciertas características estudiadas en el curso del empadronamiento”

Vale la pena mencionar que toda investigación esta sujeta a presentar errores, sean de cobertura o contenido. Un censo es un ejercicio de envergadura nacional que requiere el concurso de todos sus habitantes. Unos participando directamente en la organización, otros en el levantamiento y otros proporcionando información, veraz y efectiva. La confianza es un principio que debe primar; intentar obtener información que no aporte a los objetivos y fines de un censo, podría entorpecer todo el proceso y arrojar resultados de dudosa calidad. El objetivo fundamental de un censo es poder obtener una radiografía de cada persona integrante de una sociedad, pudiendo conocer su diversidad, su necesidad y sus problemas, pero sin rostro. Estos aspectos quedarán reflejados en números y estadísticas. Rostros invisibles que a su vez serán tomados en cuenta, sin que cada una de las historias individuales que cohabitan en un mismo territorio, abandonen el anonimato.

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Escritor, Investigador & Divulgador Histórico

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